Como todos año celebramos el Día del Padre cada tercer domingo del mes de junio desde el año 1910. La idea que surgió por la estadounidense Smart Dood, en la ciudad de Washington, quien pretendía que con esta celebración, cada 5 de junio, se destacara el papel que juegan los padres en la sociedad. Sin embargo, la propuesta de Smart no tuvo muchos adeptos en los primeros años y permaneció en el olvido.
En 1915, Harris C. Meek, presidente del Club de Leones de Chicago, retomó la idea. En esta ocasión, el proyecto contó con mejores auspicios, aunque en un principio la sugerencia fue que cada familia eligiera celebrar o no el día 5 de junio como “Día del Padre”.
Fue hasta el año de 1924, cuando el presidente de los Estados Unidos de América, Calvin Coolidge, apoyó esta iniciativa y convirtió el “Día del Padre” en una celebración nacional. Finalmente, en 1966, el presidente Lyndon B. Jhonson firmó una proclamación presidencial que declaraba el tercer domingo de junio como “Día del Padre”.
La celebración comenzó a tomar relevancia al paso de los años. Se trata un momento tan importante en el año, día en el que nos dedicamos a consentir a nuestros progenitores con la intención de agradecerles que nos hayan educado y guiado en la vida como mejor han sabido.
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